No estoy
muy seguro del porque los pistolas de rayos se han asociado al Steampunk e
inclusive al Dieselpunk.
Mi primera temprana referencia es desde luego “La Guerra de los Mundos” de H.G. Wells, donde unos muy malévolos marcianos
disparan sus armas de rayos, desintegrando todo a su paso. Me maravilla pensar
de dónde el imaginativo escritor inglés sacó semejante idea por allá en 1898,
cuando la electricidad estaba en sus principios.
Quizás por
eso, el escritor tiene un papel secundario en la trama de mi novela El
Dirigible – a publicar en España en Septiembre por Dlorean Ediciones – en un homenaje a esas primeras historias que leí. De hecho vivo a
pocas calles una de sus casas en Londres, aunque no donde escribió su
fantástica novela, y cada vez que paso por ahí me sacó mi sombrero en señal de
respeto.
Las
pistolas de rayos, ray guns, también tienen
un papel importante en la primera parte de mi novela. Es el arma de los
villanos, diríamos así, pero de la que nadie realmente sabe nada, como uno de
esos objetos que sospechamos que existen pero del que no tenemos la certeza
absoluta. La época victoriana era así, y por ende su evolución histórica, el Steampunk; una era de maravillas dónde se llegó a creer que todo era posible,
que la mecánica no tenía límites, ni lo que se podía hacer con el vapor como
fuente inagotable de energía o lo que la ciencia había descubierto en cuanto a
la evolución o los microorganismos.
Sospecho
también, al menos en mi caso, que el dibujante de esa historia gráfica que es Flash Gordon, Alex Raymond,
me influenció mucho antes de que Star
Wars apareciera en las pantallas o Star
Trek en nuestros televisores. Había algo realmente retro-futuristico en
esos dibujos: la base artística del steampunk ya estaba ahí, sino miren a ese héroe,
a las bellas damas, a los guerreros, a todo el ambiente que los rodeaba.
Bueno
amigos invisibles, los dejo por hoy, por esta semana. Recuerden #SpanishSteampunk
existe, y vino para quedarse.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario