Una de esas
maravillas de ingeniería que siempre han llamado la atención y que
históricamente no se le ha hecho justicia, son los grandes zepelines. Quizás es
por eso que primera novela del género steampunk transcurre en gran parte dentro
de una de estas inmensas aeronaves. En mi versión claro está, los dirigibles
son usados comúnmente para transporte de pasajeros y mercancías, y el modelo
que tomó es el del famoso Hinderburg, aunque el mío lo bautice Los Ángeles, ya
que es una nave de la flota americana de Pam-Ame, y le incorpore algunas
modificaciones, como pudieron haber ocurrido pero que nunca ocurrieron. Por
ejemplo el hecho de que el zepelín alemán estuviera lleno con gas hidrógeno
(por lo que su historia terminó en desastre) lo sustituí por helio, como
originalmente fue pensado. La única razón para su uso fue un embargo del
ejército de Estados Unidos sobre este elemento, y teniendo este país casi el
90% de las reservas mundiales, obligó a los alemanes a cambiar el diseño para
pasar a usar hidrógeno altamente inflamable y fuertemente explosivo, pero que
podía crear industrialmente. La historia
de estas aeronaves no cambio entonces porque fueran peligrosos y poco fiables,
sino que se debió a una decisión política. Así que yo situó
el dirigible de mi historia mucho antes de que el Hinderburg fuera construido,
es decir en plena época victoriana, en 1876, pero le doy similares características
técnicas: más largo que tres Boeing 747 juntos, con capacidad para 72 pasajeros
y una tripulación de 40 personas. Para los
más curiosos, he aquí un par de párrafos del particular capítulo donde
introduzco la aeronave:
“Al irse acercando a ella, la enorme aeronave se veía
mucho más grande de lo que había esperado, su plateada forma oval, gigante
sobre el verdor del césped, sus enormes hélices, más grandes que cualquier
barco; la había visto un par de veces en las alturas, sobrevolando Londres
cuando se había abierto la ruta Frankfurt-Londres-New York y desde luego, con su salario de Inspector,
nunca había ni soñado viajar en ella, y ahora estaba embarcando con los otros
pasajeros, artistas y hombres de negocios en su mayoría, y no se lo podía
creer. Ahí estaba, frente a él, el señor de los cielos: la mayor aeronave jamás
diseñada.
El dirigible era de construcción alemana, clase Hindenburg, pero era operado por la
empresa americana Pan-Ame que lo había bautizado Los Ángeles y había sustituido el muy inflamable hidrógeno por
helio. El logo de la empresa, un estilizado mapamundi cruzado con letras azul
cielo, era ya un símbolo de esta nueva era de viajes internacionales, y
estampado a los lados del dirigible era visible a millas de distancia.
La aeronave partía desde Hyde Park y estaba aparcada
hacía la esquina de Marvel Arch, lo que hacía que la mayoría de sus pasajeros
vinieran por la recién inaugurada Calle Oxford.
James había llegado a primera hora de la mañana, ansioso de tramitar los
documentos de expatriación del cadáver. Había ya una multitud de curiosos y
prensa, y hasta la Royal Band de su
Majestad la Reina hacía preparativos para despedirla, con sus típicos sombreros
negros de oso y sus uniformes grises de invierno.”
Bueno
amigos invisibles… seguimos.
1 comentario:
La verdad que es bueno comenzar una novela que contenga una estetica steampunk, para que el genero literario siga creciendo a paso seguro.
Lei este pequeño trozo de todo un mundo contenido en tu libro, y he quedado insaciable de mas!
Buen trabajo, Leprechaun! Sigue adelante, hacia el cielo y campante!
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